viernes, 16 de diciembre de 2011

CARACOL AFRICANO

Publicado por El Nacional el Viernes, 16 de Diciembre del 2011 El caracol africano prolifera sin control


En el centro de Caracas abundan comerciantes informales que venden caracoles y promocionan su baba como un potente rejuvenecedor de la piel. La mayoría ignora que el invertebrado pertenece a la especie Achatina fulica y que se trata de un animal proveniente de África oriental cuyo voraz apetito puede acabar con todo lo que encuentre a su paso, especialmente vegetales, hortalizas y frutas. El investigador del Instituto de Zoología Tropical de la UCV, Hermes Piñango, señala que varios ejemplares del llamado caracol gigante africano se comieron algunas plantas venenosas del Jardín Botánico de Caracas, por lo que asegura que prácticamente no hay nada en la naturaleza que pueda exterminarlo. La introducción de la especie en Venezuela y su rápida reproducción se deben básicamente a la falta de controles en el tráfico y el comercio informal de animales exóticos. Piñango guarda un aviso clasificado, publicado en 1996, que anuncia la venta de 4.000 ejemplares de Achatina fulica para ser reproducidos. El precio era de 4 millones de bolívares. "El especialista Rafael Martínez fue al sitio, localizado en Altamira, confirmó que se trataba de los caracoles africanos y lo denunció al entonces Congreso Nacional, pero no le hicieron caso. Esa persona seguramente tenía dos o tres caracoles y al poco tiempo se le multiplicaron y los vendió", dijo. Ese fue el primer registro de la especie y a partir de allí empezaron a verse brotes del animal en algunos sitios de Venezuela. La especie Achatina fulica pone entre 100 y 400 huevos en cada desove, es hermafrodita, lo que le da la facilidad de aparearse con cualquier ejemplar por lo que su reproducción es exponencial. Numerosos individuos han sido avistados en todos los estados del país, con excepción de Trujillo, Táchira y Mérida, aunque no se descarta que puedan aparecer en esas zonas, debido a su capacidad para adaptarse a temperaturas que llegan hasta los 8 grados bajo cero. Piñango recomendó fortalecer y tecnificar todas las aduanas para su control. La presencia en el país del animal atenta incluso contra las exportaciones agrícolas. Venezuela ha suscrito acuerdos internacionales en el que se compromete a vender productos no contaminados y libres de cualquier plaga. También representa una amenaza a la salud. El molusco hospeda el Angiostrongylus cantonensis, que produce meningoencefalitis humana, una afección que puede hacer colapsar el sistema nervioso, y al Angiostrongylus costaricensis, que puede causar perforación intestinal, peritonitis y hemorragia abdominal. Combate ineficaz. El Ministerio de Ambiente diseñó y publicó en 2010 la Estrategia Nacional para la Conservación de la Diversidad Biológica, que tiene entre sus objetivos la erradicación de especies exóticas. En el caso del caracol, es especialmente importante eliminar todos los ejemplares, porque un único caracol fertilizado es capaz de instaurar una colonia numerosa. Como parte del plan de control se recomendó una serie de pasos. Una de las indicaciones es que su captura debe hacerse con guantes. Luego, los ejemplares deben sumergirse en cloro, o usar cal y sal para neutralizarlos. Piñango señala que el método es poco eficaz y recomienda la incineración como la mejor herramienta contra el animal. "Ese esfuerzo debería realizarse todo el año, pero intensificarse en época lluviosa, cuando el animal es más abundante. Es recomendable que la labor sea supervisada por autoridades locales, que procuren la obtención de servicios y áreas destinadas a la recolección e incineración, o solicitar apoyo de instituciones que dispongan de crematorios, para aumentar la eficiencia del procedimiento y minimizar riesgos de manipulación de fuego". Señala que en el Cementerio del Este estaban dispuestos a prestar sus hornos para la tarea, pero no se concretó. El uso de molusquicidas o la introducción de otras especies que pudieran comérselos tampoco ha dado resultados. En algunos países se comprobó que afectan los suelos y desplazan especies autóctonas, lo que altera la diversidad. LISSETTE CARDONA lcardona@el−nacional.c



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